Espero haber encontrado la solución.
En fin... ¡os espero allí!
Publicado por Cristina en 16:07 6 comentarios
Antes que nada... ¡FELIZ 2010!
Me miró con esos ojos color chocolate que tanto me gustaban; estaban turbados, tristes. Me dolía, y no sabía hasta qué punto me iba a ser difícil cumplir lo que me había propuesto.
— ¿Tú… no… me quieres?
No quería que me lo hiciese todavía más difícil. Qué pregunta… ¡Como si no supiera la respuesta! ¡Por supuesto que la quería! ¡La amaba más que a nada en este mundo! Pero tenía que mentir. Cogí aire.
—No.
Me impresionó su fortaleza, pero también me dolió que no se asomase ninguna lágrima en sus ojos humanos.
—Eso lo cambia todo. Todo.
No se lo acababa de creer, aunque había algo que la hacía dudar de mi amor; lo sabía, y me lastimaba. Pero lo que no soportaría sería que ella se hiciera daño por mi culpa.
—Pero, si no es pedir demasiado, ¿puedes prometerme una cosa? No hagas ninguna estupidez. Por el bien de Charlie —hice una pausa—. A cambio, te haré yo una promesa.
Cómo me dolería pronunciar las palabras que vendrían a continuación…
—Te garantizo que no volverás a verme.
Insistí.
—Nunca regresaré. Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada.
Bella empezaba a creérselo. Lo notaba en su respiración: profunda, con dolor.
—Será como si nunca hubiera existido, lo prometo.
Al fin habló.
—Si esto tiene que ver con mi alma, llévatela; no la quiero sin ti.
—No tiene nada que ver con tu alma.
Más palabras difíciles. No podría aguantar mucho más diciendo todo eso… Pero se lo dije. Otra mentira.
—No eres buena para mí.
“No eres buena para mí”; no sé ni como me atrevía a decirle esto a la chica que me había hecho revivir de entre las cenizas. Lo hacía por su bien, pero la engañé.
Me miraba a los ojos. Temía que tarde o temprano se diera cuenta de todo.
—No soy lo bastante buena.
Siempre ha sido suficiente para animarme a seguir adelante. Antes de conocerla no tenía ninguna razón para existir, y ella lo cambió todo. No podía quedarme más. Tenía que marcharme, sino no sería capaz de hacerlo.
—Lamento haber dejado que esto durara tanto.
—Por favor… No…
—Adiós —se me escapó un sollozo. Aunque no lo notó. Mejor.
Me acerqué a ella antes de que dijera nada más. Sabía que ella no podía hablar. Estaba a punto de llorar. Tenía que irme ya. Le di un beso en la frente y me fui corriendo. Decidí ir directamente a casa sin mirar atrás, sin pararme a ver cómo estaba ella, en cómo regresaba a casa con Charlie, sin pensar en nada más que en correr, sin pensar en su rostro, y sin pensar en el dolor que crecía en mi interior solo con pensar que NUNCA MÁS volvería a verla…
Y nada más, os deseo lo mejor! :)
Publicado por Cristina en 21:40 19 comentarios
Etiquetas: Lo más difícil de mi eternidad