Rozó sus labios. Erika no se apartó, sino al contrario: se lo devolvió. El beso fue increíblemente dulce, las manos de la chica se perdieron por el pelo negro de Joaquín. Las suyas sujetaban el rostro de ella, quizás porque temiera que desapareciera de un momento a otro. Pero no opuso resistencia cuando ella se separó. Le miró a los ojos. ¿Estaba a punto de llorar?
—Esto no puede ser.
— ¿Por qué?
—No puedo.
Erika se levantó de la cama y se dirigió hacia un estante, abrió un joyero y sacó un colgante de color rojo.
—Aquí tienes tu prueba. Vete.
Joaquín también se levantó y se puso delante de ella.
—No, no se lo voy a dar.
—Tienes que hacerlo. Por el bien de todos.
—Te… harán daño.
—Que me lo hagan, así yo no podré hacer daño a nadie más.
Cogió un pedazo de ropa roja del mismo estante, envolvió el colgante y se lo tendió a él.
—No voy a dárselo.
—Sí lo harás.
Todavía se acercó más a ella. Los separaban apenas unos centímetros.
—No puedes obligarme.
—Si no tengo otra opción lo haré —estaba a punto de llorar.
El chico le acarició el rostro suavemente, y Erika no pudo reprimir sus lágrimas por más tiempo. Los dos volvieron a sentarse en la cama, Joaquín la consolaba acariciándole su precioso pelo color chocolate.
—Lo intenté, lo intenté. Pero ya no puedo aguantarlo más. Eres tan bueno, tan encantador… No puedo seguir alejándome de ti, no puedo…
—¿Y por qué tendrías que alejarte de mí?
Erika levantó la cabeza y le miró. Las lágrimas todavía salían a borbotones de sus ojos.
—Porque ahora los dos estamos en peligro de muerte.
3 comentarios:
Cristina, no nos puedes dejar así. ¿qué pasa...?
¿Porqué escribes tan bien?
Que mala...intriga,mucha!!
Parece que serás buena... Por qué tendrán que ser malos los malditos? Pero, qué clase de mal hace Erika? A averiguarlo jj
Un saludo,
Sora
Publicar un comentario